El calendario, una experiencia

Thu, 9 de February de 2017

El calendario como artículo publicitario    calendario, experiencia, marca, publicidad

La venta de cualquier producto en nuestra sociedad actual se ha convertido en una tarea ardua y complicada. Entre la gran cantidad de alternativas que se presentan al cliente final es difícil destacar y hacer que este se fije en nuestro producto. La estrategia de las grandes compañías se basa en potenciar su marca mediante la publicidad, la presencia en expositores de fácil acceso, la exclusividad de la marca en comercios propios o franquiciados, etc… Las pequeñas compañías están aprovechando las opciones que ofrece la presencia en internet, redes sociales y otros foros digitales para hacerse ver.

En cualquier caso, la venta del producto se ha visto orientada a la presentación de experiencias que nos satisfagan. Quizás la industria automovilística fue pionera (como en tantos otros aspectos) en esta línea. Las marcas de automóviles nos presentan en sus anuncios la experiencia de conducir como la satisfacción de nuestros deseos de viajar, de llegar a lugares inaccesibles, de alcanzar un estatus superior, e incluso de resultar más interesante y atractivo. Y todo ello únicamente conduciendo una carrocería sobre cuatro ruedas y un motor, que tras el previo paso por caja, hay que mantener al menos anualmente, y cuyo valor se ha depreciado sensiblemente en el minuto posterior a nuestra compra en el concesionario. Evidentemente esta parte de la experiencia, quizás la más real, no nos la muestran en la publicidad.

     

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

   

 

Sin embargo, es justo reconocer que en el espacio y en el tiempo que nos ha tocado compartir, el vivir experiencias satisfactorias se ha convertido en uno de los grandes objetivos individuales y colectivos de cada persona. El grupo nos empuja a ser "felices". A satisfacer nuestros deseos primarios con experiencias inolvidables. A programar nuestra vida con celebraciones, comidas, viajes, visitas a centros de salud y rejuvenecimiento, que destierren de nuestra mente a los cuatro jinetes del apocalipsis. Es un hecho que hasta en las reuniones religiosas cada vez se habla más de la felicidad del vivir, aquí y ahora, frente a los discursos anteriores del baño de lágrimas y de la vida futura.

Por tanto, si tenemos que vivir experiencias satisfactorias diariamente, siempre será bueno tener un calendario físico cuyas imágenes nos hagan disfrutar previamente de esas vivencias futuras que tendremos anotadas en el santoral de cada semana o cada mes.

¡Cuánto hemos disfrutado al recibir un bonito almanaque al inicio del nuevo año! Al ver las imágenes que nos traen recuerdos o nos hacen soñar. Al estudiar la distribución de festivos que nos permiten viajar. Y al recordar las fechas importantes en la vida de cada uno de nosotros.

Potenciemos el calendario como experiencia, y hagamos de él un producto que deseemos tenerlo en nuestra pared para proporcionarnos un poquito de felicidad.

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